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Recordando Florecia: Parte uno

Este año se cumplen 10 años de Historia del Arte en Florencia. Para recordarlo, escribiré en español. Busquen más historias Florentinas en las semanas próximas.


"This actually did happen to a real person, and the real person is me." –Douglas Adams



Una de las historias que mejor y con mayor alegría recuerdo de mi breve estancia en la ciudad más renacentista de todas, Florencia, hace ya casi diez (¡10!) años, es aquella a la que he decidido de manera completa y absolutamente aleatoria denominar: "El viernes en que nos quedamos dormidos todo el día hasta la mañana del día siguiente que por razones lógicas, era sábado".

Y bueno, para empezar el relato, debes saber que en Florencia compartí el cuarto con mi amigo "Roberto" (cuyo nombre puede o no haber sido alterado por propósitos legales). El cuarto que compartíamos estaba en el sótano de una casa enorme. O por lo menos así la recuerdo. A la entrada (porque has de saber que teníamos entrada independiente) había unas flores que, aunque todavía no averiguo cómo se llaman, siempre que las huelo me recuerdan aquel verano.

Así pues. En esta particular ocasión de la que me dispongo a platicar, la Señora Dueña de la Casa cuyo verdadero nombre se me escapa en este momento (aunque si soy honesto, no sé si alguna vez me lo supe) nos había cocinado un abundante desayuno y tocó nuestra puerta para invitarnos al comedor.

Aunque nosotros, como ya te imaginarás por el título del relato, estábamos profundamente dormidos.

Un poco de backstory: El jueves por la noche nos develamos. Mucho. Es posible que ni siquiera hayamos dormido. Así, el viernes después de clases, como a las 3 de la tarde, nos acostamos un rato para descansar un poco. Ese descansar un poco, se convirtió en un sueño profundo que no terminó sino hasta la mañana del día siguiente (sábado, pon atención).

En fin, dormíamos tan profundamente, que al parecer habíamos logrado ignorar la alarma que nos debería despertar temprano el sábado, pues nos habían citado a las 8 AM en una plaza de donde partiríamos a Venecia. O Pisa. O algún lugar así. Obviamente, ése no es el punto de estas memorias.

Y así, en cuanto escuchamos la puerta, despertamos y nos percatamos que habíamos logrado dormir toda la tarde y toda la noche y probablemente en este momento todos nuestros compañeros partían hacia Venecia. O Pisa. O algún lugar así. Saliendo del cuarto, y en un italiano que no envidiaría ni Tony Soprano, le explicamos a la Señora Dueña de la Casa que nos teníamos que ir. Que nos había dejado el camión. Que nos disculpara. Que habíamos dormido demasiado. Aunque probablemente ella entendió lo mismo que si le hubieramos dictado el Plan de Ayala.

Ni modo. No pudimos desayunar con ella ni probar lo que sea que haya preparado. Ni tampoco llegamos al camión. Por supuesto que no. Estábamos demasiado tarde. Así, entramos a un McDonald's (estábamos en Italia, ¿a dónde más íbamos a ir...?) y comenzamos a planear nuestro día. Haríamos tal cosa, veríamos tal otra cosa... Y Venecia (o Pisa, o lo que fuera), tendría que esperar para otra ocasión. Por la ventana, vimos que el cielo oscurecía. Al parecer una lluvia nos arruinaría el día un poco más.

Resignados, salimos a la calle y observamos la nube negra que ya estaba sobre nosotros. Pero algo no estaba bien. Continuamos observando el cielo y entre más lo veíamos, menos parecía una nube. Y entre más lo observamos, más nos caía el veinte.

Entonces, vi a mi amigo y él me vio a mi. Y así, le dije: "Oye... No serán las 8... de la noche?".

No recuerdo que hicimos después de reír un buen rato. "Ganamos un día", dijo mi amigo, "Como en Charlie Brown", le contesté. Y ya. Total que el desayuno que preparó la Señora Dueña de la Casa era cena y nunca supimos qué era. Y nunca nos volvió a cocinar tampoco.

Y esa es mi primer historia de este ciclo sobre las memorias en preparación para el décimo aniversario del viaje a Florencia.

Dejen sus comentarios o anécdotas propias abajo.

Lo que está en mi mente ahorita: "Just Like Honey", de The Jesus And Mary Chain, del soundtrack de Lost In Translation.

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